Como les platicaba la entrada anterior, el espacio donde interactuamos nos brinda experiencias de vida que recordaremos por los siglos y los siglos o no; y por tal motivo, nos genera sentimientos y emociones. Para mí, el sólo hecho de poder tocar (desde mi trabajo) el espacio de alguien más, es algo muy muy sagrado, personal e importante. Y, por ende, su función y comodidad, también.
La forma en la que tocamos esos espacios o bien, desde donde diseñamos (de dónde parte el diseño= intensión) es la que pone la pauta para el desarrollo del mismo.
Te confieso que en mis inicios no pensaba así. De alguna manera veía el diseño como algo meramente estético, en donde fácilmente se podía sacrificar o dejar de lado el confort y/o la funcionalidad. Poco a poco fui aprendiendo de la gente con quien trabajaba: arquitectos, albañiles, artesanos, diseñadores, etc. de su experiencia y su forma o proceso de diseño completamente diferente del otro y, con la integración de ese aprendizaje pude hacerme más consciente a la hora de diseñar. Siento que no me había encontrado y el vivir en otros lugares con ecosistemas, culturas y cosmovisiones distintas a todo a aquello con lo que yo había crecido, ayudó a que poco a poco, me fuera encontrando.
Con todo lo anterior y luego de tener experiencias de vida en donde el confort lo es TODO, para siempre, pude ver el espacio desde un punto de vista más humano, empático y armonioso, definitivamente.
A partir de ahí, el usuario final del proyecto y yo, nos volvimos una sola mente con necesidades, sentimientos y gustos en común. El flujo del proceso empezó a tomar otro rumbo y entonces, casi que por orden divino... Surgió PUR.PUR.A.
El entendimiento de la diversidad de funciones y necesidades de acuerdo al usuario es algo que va tatuado en el alma de cada proyecto. Y, desde ahí es donde siempre debemos diseñar, desde el alma.
Gracias por leerme!
Reflexión muy oportuna:
El diseño de espacios para la convivencia humana, y todo lo que de ahí se deriva, podría ser una especie de simbiosis, donde el usuario y el arquitecto (a) deberían interactuar para cumplir un objetivo de estética y funcionalidad, principalmente.
El profesional de la Arquitectura, no debe actuar mecánicamente, y si otorgarle al cliente el lugar que le corresponde; priorizando gustos, preferencias, y porqué no, excentricidades de la persona o personas que habitarán el sagrado recinto creado y adaptado a ellos.
"Una aportación importante y significa tiva, de la Arq. Jimena Femat"