Entre lágrimas, colores y viajes: un año para recordar y honrar
- Jimena Femat
- 27 mar
- 2 Min. de lectura
Actualizado: 28 mar
¿Te ha pasado que no sabes cómo seguir?
Este año que pasó fue un carrusel de emociones y vivencias. Algunas buenas, maravillosas, extraordinarias… y otras tristes, devastadoras, decepcionantes. Pero así es la vida, ¿no? Llena de picos hacia arriba y hacia abajo que nos enseñan a navegar.
Tuve la bendición de compartir momentos increíbles con colegas que hoy ya son amigos, y eso me llena de orgullo. También conocí gente maravillosa que me inspira a seguir creciendo, a avanzar.
Y por otro lado… mi abuelita, mi gran amor, partió de este plano de forma inesperada. Desde entonces, siento que se llevó una parte de mí con ella. He llorado como no tienes idea, y todavía me cuesta hablar de ella sin que se me humedezcan los ojos. Lágrimas de felicidad absoluta, casi euforia... y también de tristeza avasallante.
Por eso hoy te escribo desde el corazón. Quiero tener esta charla contigo, íntima, desde el alma. Para que podamos conocernos más allá del diseño, más allá de la imagen. Para encontrarle juntos la vuelta a cada cosa que vivimos.
Este año, tuvimos la fortuna de participar en la Dinámica CMF de la expo Obra Blanca CDMX, donde compartimos con personas chidas, interesantes, talentosas. Y decidí rendir homenaje a mi abuela, inspirándome en esa casa de la que ya te he hablado antes, ¿te acuerdas? La reinterpretamos en PÚRPURA con una perspectiva retro futurista, y la neta… ¡nos quedó mega awesome!
Sentí paz y alegría de poder compartir un pedazo de mi historia, de mostrar esos espacios que marcaron mi vida. Gente de todas partes se acercó, conectamos, nos miramos desde lo esencial.
Además, tuvimos una plática con los alumnos de 4º semestre del Tec de Monterrey y de la UVM, y fue lo máximo compartirles tips, anécdotas y aprendizajes de este hermoso camino que es el diseño.
¿Y sabes qué más? ¡Viajé por el mundo! Así, con mayúsculas. Conocí lugares increíbles, me empapé de otras culturas, otras cosmovisiones. Sentí vibras completamente distintas a las de nuestras ciudades. Me inspiré como hacía mucho no lo hacía. Iba en modo turista total: tomaba fotos hasta de una piedra. Y lo mejor… fue con mi hermana. Mi alma gemela, la persona más divertida y talentosa que conozco. Ese viaje con ella fue medicina. Risa, asombro, conexión.
Y terminé el año con una conclusión que me tocó hasta la médula: amo profundamente mi país. Honro mis raíces con gratitud infinita. Siento el folclor en mi ADN: con nopales, fruta, color, emoción y conciencia divina. México me atraviesa, me habita, me sostiene.
Gracias por leerme.
Gracias por estar.
Nos escribimos pronto.
Con amor,
Jimena



Comments